de la artista.

programación pictórica.

Las obras realizadas son la expresión de experiencias procesuales, cuya lógica esta guiada por estrategias de racionalización del quehacer creativo. Se acomodan módulos en una estructura reticular y siguiendo diferentes reglas establecidas a priori se modifican formas y colores. En su libro Diseñar Programas (1963) Karl Gerstner dice que “un ornamento es un programa hecho imagen”, para expresar que la obra se puede generar a partir de ciertos principios de lógica y orden. Si dejamos de lado los aspectos procedimentales y nos enfocamos puramente en lo visual nos encontramos frente a una superficie congestionada de información de volumen y color, con una retícula que no encaja con respecto a los límites del bastidor; donde la repetición y la variabilidad dominan la atención, por lo que la obra puede asociarse a lo que Omar Calabrese denomina Neobarroco (1987) es decir una inclinación general por lo inestable, el exceso, la mutabilidad, los ritmos, que aparece en la contemporaneidad e invade desde la cuestiones artístico-literarias hasta las científicas. Ya que cada ámbito está sumergido en un ámbito mas amplio que es la cultura, por lo tanto, embebidos todos por los mismos acontecimientos y tendiendo hacia la valorización de intereses comunes.

paleta de colores seleccionada para realizar obra, expuesta en un balcón, por lo que se ve el asfalto de la calle que está debajo

sobre la obra.

texto de Veronica Molas. ver en la página original

Como un laberinto de formas y colores

Lourdes Miazzo siente que “Transiciones”, la muestra que presenta por estos días en la FaMAF (Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación, Ciudad Universitaria), concentra mejor que nunca sus experimentaciones con la generatividad y programática ligadas al arte. Sus obras le demandan un gran esfuerzo físico y mental que claramente se percibe incluso en una sola pieza. En sus obras, la gestación de una forma lleva la consigna de la repetición para crear nuevas formas, una acumulación increíble de trabajo que la artista hace evidente como “una buena manera de revalorizar lo artesanal y manual”. “Lo que impulsa este desafío es el deseo de ver terminada la obra, porque, aunque parezca una geometría completamente calculada, es muy difícil predecir el resultado visual final”, dice la artista en contacto con VOS. ¿La idea de transición puede ser una buena metáfora del hacer artístico? “Considerando la idea de transición como el movimiento constante, el cambio de un estado a otro, el paso de una forma a la siguiente, es posible pensar la labor artística comportándose de una manera similar”, responde Miazzo. Al pensar o al realizar obras, empiezan a fluir ideas que se desprenden y se asocian directamente con lo anterior y que, a su vez, permiten abrir nuevas líneas de investigación que se concatenan con las que vendrán, explica la joven artista. Y agrega que sucede algo parecido en la etapa de difusión de la producción. “Transitar por los espacios de exposición nos conecta con nuevas personas que nos abren a otros espacios y posibilidades, y también el intercambio que se da naturalmente en estos contextos nos lleva a darle un nuevo giro a nuestra creación”, señala. Trespilares Lourdes erige el estudio de la forma y el color sobre tres pilares: “punto de origen, forma de crecimiento y grado de variabilidad matiz-saturación”. Con estas “tres instrucciones tan simples”, genera resultados estéticos interesantes y a la vez sorpresivos al momento de producirlos. “También creo que este sistema de leyes que puede parecer restrictivo opera de manera totalmente opuesto, porque la obra queda librada a la combinación de estos tres postulados elegidos y porque luego ya no puedo decidir, sino que acompaño el proceso de algo que crece independientemente de mi influencia”. Hay una filiación de su práctica con la obra del artista cordobés Eduardo Moisset de Espanés: “Podría quedarme horas admirando su obra y analizando los pequeños detalles que se van sucediendo dentro de esta, y allí encuentro una influencia en lo que busco provocar en el espectador cuando ve mis trabajos”. Mecanismo revelado De este programa estético ligado a la abstracción geométrica y a la geometría generativa le atrae la complejidad de los resultados. “En este tipo de creaciones, el sistema que las genera queda expuesto y es su tema”, señala. Y luego compara: “Todos los artistas siguen una serie de pasos para producir sus obras, pero en ellos este proceso queda encubierto al terminarla». Para Lourdes, en todas sus obras se encuentra presente la idea de laberinto, “pensándolo como lo hace Omar Calabrese en su libro La era neobarroca, como una representación de aquello que es complejo, pero que en el fondo tiene un orden, aunque se encuentre oculto o sea dificultoso de descubrir”. Y donde sucede que, “al tener una visión global, primero parece que nos perdemos en el caos, pero luego de usar la inteligencia y la agudeza podemos reencontramos con ese orden”. Volumen y el trabajo con papel aportan a sus trabajos cualidades extras de complejidad: “El volumen trae consigo la aparición de sombras y, con ellas, la modificación de los colores en parte de las piezas sobre las que se proyecta”. Mientras, el uso de la cartulina, deduce, le otorga plasticidad y resistencia, lo que permite jugar con muchas formas diferentes y generar cierta sensación de inestabilidad en los límites de la obra. El lugar indicado Exponer en el ciclo “Visuales de la Famaf” es particularmente especial. “Aquí se dictan carreras que tienen formas de trabajar que fusionan criterios sistemáticos y ordenados con aquellos de tipo experimental e indagatorio, lo que yo realizo, pero en un plano totalmente diferente, como es el artístico”. En esa senda, descubre que el público responde asombrado ante una manifestación estética que tiene un correlato con sus intereses.

texto de Silvina Mercadal. ver en la página original

El límite infinito

Los estudios de programación pictórica de Lourdes Miazzo me recuerdan los ejercicios de literatura potencial del grupo francés Oulipo. El grupo -fundado por Raymond Queneau y Francois Le Lionnais- encerró el lenguaje en un laberinto de procedimientos, estructuras y restricciones surgidos de la extravagante conjunción entre la literatura y la matemática. Con tales recursos la subjetividad -insólita araña- queda en suspenso, sostenida apenas por un hilo invisible. Las obras de Lourdes están construidas a partir de tres elementos: punto de origen, forma de crecimiento, grado de variabilidad matiz-saturación. En las imágenes abstractas y geométricas conspiran la extrañeza subjetiva de las reglas con el programa que las realiza. Las imágenes configuran un bosque simétrico y preciso, extensa estepa cónica o plana, cuyas aberturas y pliegues se abren a lo indeterminado del mundo. El gesto y el signo concilian lo arcaico del laberinto con la anomalía del cyborg que colecciona estas piezas y las exhibe en la caverna fantástica de la técnica.

prueba sobre papel cuadriculado, de forma de crecimiento y disposición de las diferentes piezas y matices sobre la superficie del bastidor

texto de Laura Santillan.

Interés por el proceso

Del trabajo de Lourdes me atrae que para ella lo importante no es que el resultado sea éste o aquel, lo importante es que la forma se cree siguiendo a una orden o fórmula. Por lo que aquí se incorporan ciertos modos de pensar de tipo matemático no estricto, sino asociados a los ritmos, las relaciones, las leyes, etc. Trabajando de manera muy similar a como lo hacían los académicos de la Bauhaus, fusionando criterios meticulosos y rigurosos con otros más libres de tipo indagatorio y creativos.

texto de Marcos Di Mattia.

Cuerpo y máquina

En la producción de Lourdes Miazzo se parte del acomodamiento de módulos en una estructura reticular y siguiendo diferentes reglas establecidas a priori (de repetición o variación) se modifican formas y colores, de manera más o menos gradual dependiendo de cada caso. Su búsqueda se orienta a tematizar el control a partir de la práctica, intentar la suspensión parcial o intermitente de la subjetividad en la aplicación técnica del material y reflexionar acerca del propio cuerpo puesto en comparación con la máquina. El resultado visual es en apariencia complejo, pero existe un orden (no absoluto) que se encuentra subyacente. Descifrar la incógnita detrás de estas configuraciones es posible porque el sistema de reglas que da origen a cada proceso persiste en la materialidad ya desplegada.

prueba de colores expuesta sobre una mesa, tocada por rayos de luz, que genera contraste con los lugares donde la luz no llega

texto de Manuel Garro.

Dialécticas contemporáneas

El conjunto de las obras de la artista, surgen de planteos formalistas, ya que el foco está puesto en el color, en los efectos visuales, las formas utilizadas; que se generan luego de seguir ciertas reglas, de modificar variables, etc.Pero el resultado visual de todos estos procesos es más bien de tipo decorativo, por lo que se produce una dialéctica entre lo ornamental y lo esencial de las formas. A fines del siglo XIX y principios del XX la creación de formas decorativas comenzó a desaparecer de manera lenta y sostenida debido a que se empezó a dar importancia a la utilidad funcional, es aquí cuando surge el arte abstracto, que reniega de todo aquello que es ornamental. Pero la teoría de la pintura abstracta le debe bastante al diseño decorativo, ya que éste es uno de los primeros en devaluar el ilusionismo en favor de una ordenación puramente formal de los elementos. Es por esto que Karl Gerstner considera que ambos conceptos no están en polos opuestos ya que dice que “un ornamento es un programa hecho imagen”, es decir que se generan a partir de ciertos principios de lógica y orden.